4.13.2011

Eon


Parecía que mi vida iba en el camino que el destino me había asignado, una vida aburrida y complicada, cargada de responsabilidades, pues nací para convertirme en el Emperador de mi mundo. Toda mi infancia transcurrió aprendiendo las costumbres y habilidades necesarias para cumplir las obligaciones que desde tiempos inmemoriales mis ancestros, sin interrupción, han afrontado. Tras la muerte de mi padre fui coronado Emperador de Eon, un planeta bonito, pacífico y simple, lleno de vida y actividad. Fui coronado Emperador de más de setenta billones de almas repartidas en nueve continentes.

Como gobernador de los eonitas aprendí las artes de la guerra y la diplomacia, aprendí las costumbres de mi mundo y de los planetas con quienes teníamos relaciones, aprendí a guiar a mis súbditos a afrontar el cataclismo que se nos venía encima.

Era un día corriente en la ciudad de Tes. Todos hacían su trabajo, todos dedicados a su rutina… Nada nuevo, de verdad, encargos salían y llegaban de los puertos hacia otros mundos y alrededor de Eon. Las relaciones con formas de vida alienígenas eran favorables, nuestras relaciones comerciales con los demás planetas estaba mejor que nunca. Algunas civilizaciones más amigables, otras un poco hostiles y a otras no les podría importar menos nuestra existencia. Algunos mundos mucho más avanzados tecnológicamente que Eon, otros aún en sus eras primitivas. Aunque Eon contaba a ese momento con una fuerza de defensa excelentemente preparada, una armada e infanterías equipada con nuestras mejores armas y algunas compradas a mundos aliados.

Ese día sin embargo fuimos sorprendidos por una invasión masiva, liderada por los zkrugs, una raza hostil y de aspecto frágil, compensada por su frialdad y disciplina dignas de asesinos inescrupulosos, tramposos y sagaces bastardos que harían lo que fuera necesario para conseguir zutrovita, un mineral escaso en nuestro sistema estelar, pero mi planeta gozaba de un yacimiento muy rico y poco explotado de él.

Los sistemas de defensa planetaria habían sido neutralizados, nuestros satélites y las estaciones de comunicación de cada una de nuestras lunas fueron apagados, destruidos, no tuvimos aviso, ya nos habían rodeado. Alrededor del mundo las tropas fueron replegadas y, contra toda probabilidad, lograron hacerse camino entre el fuego enemigo, pelearon con valentía… Mis soldados, mis súbditos, mis mártires, mis héroes… De los cielos descendían naves de combate, zkrugs y eonitas daban la batalla de sus vidas, ellos por conquistar un mundo pacífico, sin aviso… Malditos cobardes… Nosotros, por defender los billones de almas que daban vida a nuestro planeta. De todos los continentes despegaban las naves de transporte abarrotadas de inocentes… Hembras y crías primero, esa es mi orden inmediata. Y que todo eonita capaz de portar un arma y usarla, salga a defender a su familia, a pelear por sí mismos, por su vida, por nuestra supervivencia... Muchas naves lograron sobrepasar las baterías de los cruceros de guerra zkrug, muchas otras no lograron, si quiera despegar, era el Armagedón. Aun así, todos luchamos como si ya no tuviésemos nada que perder y a la vez conscientes que era nuestro mundo, nuestro modo de vida, nuestra especie misma lo que estaba en juego.

Ya era demasiado tarde para nosotros, lo dimos todo y lo perdimos todo. La tecnología de destrucción Zkrug se había desarrollado en absoluta clandestinidad, lograron crear el emisor de hadrones en secuencia lineal, el destructor de mundos.

-          “Líder negro, líder negro… ¿Me escuchan?
-          “Adelante, líder negro, centro de control lo recibe”.

Solo quedaba abandonar Eon… No puedo, mis súbditos, no los abandonaré, no dejaré mi mundo si ellos van a sufrir una muerte indigna… Ordené abordar inmediatamente todas las naves y cargueros disponibles en cada puerto espacial del planeta, ordené la conformación de una escolta con los mejores pilotos disponibles… Nadie sería dejado a su suerte, no ese día, no bajo mi mando… Todos se agruparon alrededor de los campos que rodeaban Tes, la ciudad imperial, la ciudad capital, mientras en la órbita cruceros y cazas de guerra abrían una brecha entre el bloqueo enemigo. Solo tuvimos una oportunidad, ya el destructor había llegado y los cruceros zkrug abrían paso, se retiraban para no ser atrapados por la explosión… Es hora, váyanse de aquí, ya no tenemos futuro en este lugar (con lágrimas en los ojos y la ira reprimida daba la orden a los eonitas). Abandonen el planeta, ya no es nuestro hogar, los cobardes nos derrotaron (Ya no podía seguir hablando, el nudo en la garganta no dejaba emitir palabra alguna, pero debía seguir, debía dar la orden). ¡Eon será destruido, despeguen!… 

En el crucero imperial entraron las últimas almas sobrevivientes de mi mundo, ya no había lugar para más. Arcas, cargueros, cruceros y transportadores, todos llenos de eonitas, súbditos, plantas y animales, todo lo que se pudo rescatar de ese pedazo de roca en el espacio, de ese lugar que era mi hogar. Era ahora o nunca, debíamos partir.

-          “Líder negro, líder negro… Deben irse ya… Ya el aparato está  funcionando, trataré de darles más tiempo…”
-          “Líder negro, no tiene autorización, repito, no tiene autorización, agrúpese inmediatamente con el convoy…”
-          “SHHHH SHHHHH GHHHH No escucho, la comunicación está faSHHHHllando…”
-          “Agrúpese de inmediato con el convoy”
-          “SHHH… AAAAAAAAAAAAGHHHHH…” (un silencio fúnebre invadió la sala de comandos)

Solo pudimos ver esa nave, lanzando un rayo de energía directo hacia el planeta. Ya el daño era irreversible, Eon se veía como una bola de magma agrietada, el destino de ese mundo ya se había sellado, pero de pronto... BOOM… Una explosión sorda, ese piloto desobediente y heroico se había estrellado contra el núcleo desprotegido de la nave que acabó con nuestro planeta. Dos explosiones, una que lamentar, otra que daba esperanza a nuestros mundos amigos, el precio que pagamos fue inmenso, pero la amenaza había sido aniquilada y nuestra raza, nuestros conocimientos, nuestro legado estaba vivo en cada uno de los eonitas que sobrevivió a aquel día nefasto, el día que mi mundo acabó.


Estábamos lejos aún de poder considerarnos fuera de peligro, la onda de choque producida por la explosión de Eon lanzó escombros en todas las direcciones, miles de proyectiles del tamaño de una luna pequeña se acercaban a nosotros a velocidades asombrosas… Sepárense, sepárense… Miles de naves partieron al hiperespacio a la velocidad de la luz en diferentes direcciones, nos fue inducido el sueño criogénico justo cuando un trozo de roca arrancó los motores del crucero imperial… ¿Por qué a mí?... Los soldados que quedaron despiertos me introdujeron en una cápsula de escape y me lanzaron con rumbo a una zona inexplorada de la galaxia, los registros de mi cápsula dicen que el crucero explotó, miles de vidas se perdieron y solo una cápsula pudo ser lanzada… Estúpidos, estúpidos ¿por qué no salvaron a alguien más? ¿por qué a mí?...

Estuve en animación suspendida por casi noventa mil años, según los datos de navegación y desperté en una pequeña ciudad, en un planeta desconocido, pero tan familiar, los habitantes lo llaman Tierra, desde entonces me he tratado de adaptar a sus costumbres lo mejor que puedo... Los humanos, los habitantes de Tierra, son extraños y bastantes primitivos en su trato… Aquí me adoptó una familia bastante amigable, aunque de personalidades incomprensibles y comportamiento volátil. No saben la verdad de mi pasado y es mejor así, quizás si le contase a alguno de ellos, terminarían enviándome a lo que ustedes conocen como manicomio.

Soy el Emperador de Eon, no dejo de pensar en mi mundo y no he abandonado a mis pueblos, no veo el día en que me reúna de nuevo con ellos, pero pasarán años hasta que la tecnología de este planeta alcance la capacidad de viajes interestelares. Hasta entonces viviré en un mundo moribundo, plagado de una enfermedad más devastadora y mortal que el mismo artefacto que acabó con mi hogar, un cáncer que consume todo a su alrededor y también a sí mismo… Los mismos humanos
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6.18.2009

La Noche de las Rosas Blancas...


Esa tarde como todas las tardes ayudaba a mi padre en la forja, era un día brillante y normal hasta ese momento... al caer la tarde el estruendo de los cascos de cientos de caballos, nos advirtieron que iba a dejar de ser un día normal.

Salimos de la forja, sudorosos y asustados, en el horizonte, se veían los estandartes, pero no se definía su identidad. Miré a mi padre y pregunté:

-Padre, ¿quiénes son? ¿A qué vienen?

Mi padre solo me miró y echo a correr.

Fui detrás de él, pero mis pequeños pasos jamás podrían alcanzar las largas zancadas que mi padre, un gigante entre los del pueblo, daba. Mi padre iba gritando, alertando al pueblo, las campanas de la iglesia empezaron a repicar, pero su repique era distinto, era un TAM TAM TAM angustiado, presuroso, casi agobiante. Sin darme cuenta estaba en la entrada de mi casa y ahí estaba mi madre llamando a los niños, no sólo a mis hermanos, sino también a todos los niños que por ahí estaban. Me miró y dijo:

- Peter, ya casi eres un hombre, corre alerta a la gente, ayuda como puedas y aléjate de las espadas, hijo recuerda que te amo.

Me quede mirándola, dándome cuenta de lo hermosa y fuerte que era mi madre. Me di la vuelta y corrí de nuevo hacia el centro del pueblo. Al llegar ahí ya estaban todos lo mayores armándose, mi pueblo es en su mayoría de herreros, nuestra principal fuente de ingresos venía de ahí, nuestras armas, las más fuertes y filosas de los reinos, pero no éramos guerreros y la mayoría de los hombres estaban en las montañas buscando metal. ¿Cómo haríamos para defender nuestras tierras? Mientras me perdía en mis cavilaciones ellos ya estaban arrasando todo a su paso. Incendiando, cortando y aplastándolo todo. Oí un grito y cuando volteé lo vi... era un ser imponente, envuelto en una armadura negra y un gran yelmo en forma de calavera y ahí estaba su estandarte una copia de su yelmo con una serpiente entrando por la boca y saliendo por el orificio de uno de los ojos. Su voz era fuerte y fría y sus ojos tenían esa mirada que sólo los reptiles tienen...

- Encontrad esas armas y no os distraigáis con nada más.

Me escondí a un lado del pozo, atento a lo que pasaba a mi alrededor, un grupo de guerreros evidentemente elites entraban a la alcaldía y sacaban, una a una, las cajas de armas que con tanto esfuerzo habíamos logrado llenar, nos estaban quitando el sudor de nuestras frentes, las llagas de nuestras manos y la comida de nuestras mesas, si tan solo ya fuera un hombre, juro que hubiese atravesado su garganta con una espada de mi padre, pero solo tenía doce años y ellos eran tantos...

Escuchaba los gritos de mi gente, acompañados de las carcajadas frenéticas de un grupo de destructores que no sólo se conformaban con que ya las armas estaban en su poder, sino que querían arrasar al pueblo, lo estaban quemando y destrozando, ¿por qué su líder permitía que ignorasen sus órdenes? Lo busqué y me di cuenta que ya estaba a lo lejos junto a las carretas con las armas, rodeado de sus guerreros elites, ahí fue cuando me di cuenta de la diferencia de sus tropas. Allá con él estaban unos guerreros en cuyas espadas no se veían restos de sangre, eran guerreros formados y aunque lo que hacían estaba mal, seguían su código y se habían limitado a cumplir las órdenes de su superior; en cambio los que estaban arrasando el pueblo eran vulgares mercenarios que disfrutaban matar y mancillar a las mujeres, para ellos solo era diversión. Recordé lo que dijo mi madre y lo único que se me ocurrió hacer fue orar.

- Paladine, escucha a mi pueblo, observa cómo nos defendemos, por favor te imploro que nos ayudes, solos no sobreviviremos...

Y mis ruegos fueron escuchados...

Atravesaron el pueblo y a su paso eran pocas las cabezas de los mercenarios que quedaban sobre sus hombros, entraron cabalgando y en sus caras primero había confusión pero rápidamente entendieron todo, eran Guerreros, eran los enviados de Paladine...

Uno con la cabeza completamente rapada, su mirada estaba llena de sabiduría y sus puños golpeaban cual martillos... era un monje.

El otro era tan alto como mi padre, era un hombre de anchos hombros y fuertes brazos, su armadura brillaba con un aura de valor y su espada era la espada perfecta, jamás antes vista por mis ojos.

El último era sorprendente, acompañado de un tigre blanco, del cual parecía ser hermano, era un hombre joven en apariencia pero sus ojos hablaban de años, muchos años... era el más extraño hombre que he visto, no sé siquiera si era un hombre, mas parecía un híbrido de hombre tigre.

Los tres pelearon con valor, cada uno con su estilo, el monje proyectaba a los mercenarios como si fueran simples espantapájaros, el coloso caballero combinaba su arte en la batalla entre los perfectos movimientos de su espada y el honor que de él emanaba, lo vi ir de un sitio a otro ayudando a mi pueblo, su montura parecía entenderlo y ese hermoso caballo escoltaba a los pequeños hasta la seguridad de una de las pocas casas que no había sido incendiada. El hombre tigre acompañado de su fiel compañero, eran los más feroces, peleaban con sus garras y fauces, arrancando a destajo los cuellos de los mercenarios.

Mi pueblo al verlos reanudó la batalla con mayor fuerza, la moral de mi gente creció y cada uno de nuestros siguientes golpes fueron más certeros inspirados por los tres compañeros.

Yo di las gracias y ahora que las de ganar estaban de parte de mi pueblo me arriesgué a salir de mi escondite y corrí de un lado a otro ayudando a todos a llegar a la seguridad de la escuela, ahí llegaban los heridos, los niños y todo aquel que no podía defenderse, la escuela estaba custodiada por varios de los hombres más fuertes del pueblo, entre ellos por mi padre. Pasaban los minutos, mi madre y mis hermanos no llegaban, me acerqué a mi padre y se lo dije. Todavía hoy recuerdo como se transformó su cara, y me dijo:

- Peter, prepárate vamos hacia la casa a buscar a tu madre y a tus hermanos, mas no sé que encontraremos... Debes ser fuerte porque solo contamos el uno con el otro. Necesito que me obedezcas sea lo que sea que te pida que hagas...

Sin entender muy bien sus palabras asentí, y corrimos hacia el otro extremo del pueblo, hacia nuestra casa, en el camino pude ver a mis héroes, los cuales se había separado en la batalla y así fue como tuve oportunidad de ver lo que pasó...

El gran caballero de armadura reluciente seguía peleando como si el tiempo para él se hubiese detenido, no se notaba en sus golpes el cansancio de las ya innumerables batallas singulares que había sostenido, fue entonces cuando se detuvo en seco y su mirada de preocupación dirigió la mía hacia un lado de mi casa. Estaba ahí un anciano peleando por su vida y su desventaja era obvia, ya que el hombre aparte de estar de rodillas, un trapo cubría sus ciegos ojos; su atacante, un hombre sin honor, se preparó para apuñalear al ciego mientras con su otra mano forcejeaba por la espada. Volví a ver al caballero y me di cuenta que por mucho que corriera no llegaría a tiempo para impedir la muerte del anciano, pero algo pasó veloz ante mí, era un perro dorado y dando un brinco se metió entre su amo y el puñal que cegaría ahora su vida, el anciano gritó y con una furia incontenible se levantó y ante los ojos atónitos de su adversario, separó sus espadas y cruzó el cuerpo del mercenario, sorprendido miré al caballero y la sorpresa y admiración estaban reflejadas en sus ojos... el anciano recogió el ensangrentado cuerpo de su noble perro y camino hacia el caballero le dijo:

- Caballero, dime cuál es tu nombre, para así agradecerte que salves la vida de mi noble compañero.

-Mi nombre es Kerchack.

Y así fue como supe su nombre, Kerchack, impuso sus manos sobre la herida del labrador dorado y una luz azul emanó de ellas y la herida se cerró. Ahí fue cuando me di cuenta que en el peto de su armadura relucía el símbolo del infinito de Mishakal, diosa de la curación, esposa y consejera del dios Paladine. Entendí que Kerchack era un paladín de Mishakal; en ese momento escuché el grito de mi padre, el cual ya había entrado a la casa en busca de mis hermanos y madre.

Mi madre estaba en el suelo junto a mis hermanos; mi padre la había empujado justo a tiempo para evitar que una columna le cayera encima, quedando las piernas de él atrapadas debajo de una columna de fuerte y macizo roble. Corrí hacia mi madre para asegurarme primero de que estaba bien y cuando fui hacia mi padre ya Kerchack estaba ahí ayudándolo a levantar la colosal columna sólo lo suficiente para que pudiera liberar sus piernas. Entre los dos lograron levantar un poco la columna.

Kerchack ayudó a mi padre a levantarse, gracias a Mishakal sólo cojeaba, mi madre abrazó a mi padre y lo ayudó a caminar hacia el refugio de la escuela. Mientras tanto yo trataba de localizar a mis otros dos héroes y encontré al monje, se dirigía hacia la salida del pueblo, donde estaba el líder de los atacantes, con la tez serena avanzó, pero algo, una barrera invisible le impidió llegar hasta él, se notaba que el monje se sentía impotente al ver tanta muerte y destrucción, alzo la voz y le dijo:

- ¡Tú! Detén ya a tus tropas, ordénales que se retiren.

Y el ser de la calavera comenzó a reír, con una risa hueca y tenebrosa, apuntó al monje con su dedo. Inmediatamente el monje levanto también su puño y ambos se quedaron viéndose. Detrás de mí estaba Kerchack, observando la escena y con voz preocupada solo dijo:

- Cuidado Samyee.

Todo el pueblo parecía haberse congelado, ya la batalla había cesado, toda la tensión estaba ahora ahí, sobre esa colina, en esa batalla singular de razones, entre Samyee y él. De repente, un grito rompió el silencio y el Líder de la Calavera dijo apuntando todavía a Samyee:

-¡MUERE!

Rápidamente Samyee también grito y de su puño salió una versión fantasmal de él mismo proyectándose hasta golpear a su adversario, inmediatamente ambos cayeron al suelo. Unos seres de túnicas negras y completamente cubiertos se formaron en fila entre su líder y el pueblo y empezaron a entonar un cántico tenebroso y aquella barrera, antes invisible se hizo más fuerte, parecían rayos atrapados entre cristales.

Kerchack corrió hacia Samyee, y apareció el híbrido con su tigre, los cuales estaban liquidando a los mercenarios que quedaban; el soberbio animal, se arraigó a los pies del cuerpo de su compañero caído. Kerchack viendo la expresión de furia del hombre híbrido le dijo:

- Molisar, ¡calma! No pongas en peligro tu vida.

Molisar no le hizo caso y rugiendo con furia corrió hacia la barrera, en el camino se encontró con un mercenario rezagado y casi sin dificultad, con sus garras le arrancó la cabeza y la arrojo desafiante hacia la barrera; al llegar se golpeo muy fuerte y cayó de rodillas, rugiendo, gimiendo... El dolor por la muerte de su amigo se desataba en una furia solo contenible por la barrera mágica, la cual golpeó una y otra vez con sus garras, sin poder alcanzar su objetivo.

Yo me encontraba cerca del cuerpo de Samyee. Ahí estaba Kerchack como en un trance, de rodillas con el cuerpo de su amigo entre los brazos, parecía que estuviera conversando con alguien y de repente dijo:

- ¡Sí, daría mi vida por la de él...

En ese momento, Kerchack cayó suavemente hacia atrás, Samyee abrió los ojos y Molisar corrió hacia sus compañeros, rugiendo y con la vista nublada por las lágrimas levantó el inmenso cuerpo de Kerchack y empezó a caminar hacia la iglesia, seguido de su tigre y de un atormentado Samyee, el cual sólo preguntaba ¿por qué lo hizo? ¡Era yo el que debía estar muerto!

Todos sin preocuparnos de nada mas, caminamos cobijados en la oscuridad tras los compañeros hacia la iglesia, una vez ahí, Molisar puso con cuidado el cuerpo de Kerchack sobre el altar y todos comenzamos a orar, agradeciendo la ayuda recibida y venerando a nuestros caídos en batalla y en especial al caballero. De repente, del pecho de Kerchack, de donde estaba el símbolo de Mishakal, una tenue luz azul fue intensificándose hasta cegarnos a todos.

Cuando pude abrir mis ojos vi a los compañeros enlazados en un abrazo fraternal, muchos reíamos, otros todavía lloraban la muerte de sus fallecidos y en medio de abrazos y consuelos las puertas del templo se abrieron y vimos entrar sonrientes a algunas de las personas que habían dado su vida por defender nuestro pueblo. Las esposas, esposos e hijos corrieron hacia fuera para ser parte del milagro, buscando a los suyos por el campo de batalla que habían sido las callejuelas de nuestro pueblo...

En cada sitio, donde había caído uno de los nuestros, al ellos levantarse florecieron maravillosos rosales, de fuertes tallos y flores tan blancas que parecía que irradiaban cual estrellas en la oscuridad. El rosal más impresionante de todos, fue aquel que floreció donde un hombre había dado su vida por defender a unos extraños; otro, la suya por un amigo y en donde aprendimos que sin importar de donde venga, el honor y la amistad son tan fuertes vínculos como lo es la sangre.

4.05.2009

CRISTIANISMO



Hace algún tiempo me topé con un par de personas bastante fanáticas religiosamente; de aquellas de las que creían que "matar a un infiel no es pecado" y como siempre es bueno un buen debate, comenzamos a hablar de los defectos de la religión. Más vale que no, comenzaron con su sermón eucarístico y no me dejó hablar. Pero me di cuenta que la Sra. en cuestión es lectora de mi blog, pues, he aquí mi respuesta para usted, Lilia y espero que la haga llegar a Steve.
Queria Lilia Pérez, muchas gracias por tu respuesta, yo también te invito a documentarte mejor.

Comencemos con el "Evangelio de Jesús", tengo muchísimos años escuchando sobre la religión cristiana (sí, a mi parecer es una religión más) y jamás había escuchado que Jesús había escrito un evangelio, hasta donde tenía entendido, fueron sus "apostoles". También hay que tomar en cuenta que para la época de Jesús Cristo (- 6 a.C - 27 d.C según el calendario moderno) todo lo que hoy es Israel era parte del Imperio Romano, la mayoría de la gente, entre ellos los seguidores de ese maestro no sabían leer, ni escribir, únicamente Simon bar Jonah (Simón, hijo de Jonás en hebreo), quien fue llamado Petro posteriormente por los mismos romanos, quien era un próspero pescador. Sus narraciones pasaron de boca en boca hasta que fueron escritas y aún en ésta época vivimos el hecho de trasdiversar la información oral.

Hablemos del Primer Consilio de Nicea, invocado por el Emperador Romano Constantino, quien por una estrategia política reunificó su agrietado imperio bajo la consigna del cristianismo, de nuevo se trasdiversaron temas sobre la vida de Jesús Cristo, como su fecha de nacimiento, el 25 de Diciembre, esa es la fecha de nacimiento real de Apolonio de Tiana, un griego, maestro filósofo y pacifista, como lo fué Jesús, que tenía sus adeptos. Según la posición de las estrellas, descrita por los 3 reyes persas que acudieron a saludar al nuevo monarca, Jesús nació durante los primeros 15 días del mes de Abril. Otros factores agregados a su vida fueron la cruz con los 4 apóstoles (Marcos, Juan, Lucas y Mateo) y Jesús en el centro, que no es mas que la representación egipcia del zodiaco, con el sol en el centro y los 4 signos fijos a los extremos (Acuario, Tauro, Leo y Escorpio). La divinización y los poderes sobrehumanos del Cristo, fueron tomados de las historias de Budah, Simon Magus, entre otros avatares. Crean la imagen de Cielo, Purgatorio e Infierno, vida eterna, también sacada del "Libro de los Muertos" de la religión egipcia. Se tocaron otros temas, que no vienen al caso, como la ordenanza de sacerdotes y obispos y la figura del Papa.
Ahora demos pie al Segundo Concilio de Nicea en 787a.C., convocado por la Emperatriz Irene, madre del Emperador Constantino VI y el Papa Adriano I, durante el Imperio Bizantino. Fue la séptima reunión para discutir temas del cristianismo. Se les "devuelve" el derecho a los practicantes de la religión para adorar imagenes, se establecen la Imagen Santa de la "Virgen" María como Santa Madre, aparecen las primeras pinturas de la imagen de Jesús y se establece la figura de Santo como mártir y "ejemplo a seguir". La adoración de imágenes fue prohibida, según el libro del Exodo, cuando Moises muestra las tablas con los mandamientos, en el Monte Sinaí, casi 1400 años atrás, según la tradición.
El Dios hebreo Yaweh, y su transfiguración idiomatica Eowah (transfiguración hecha por los sajones del siglo V, para ajustarlo a la diferencia de lenguas), luego quedando Jehovah es exactamente el mismo Dios Allah, para el islamismo, inclusive, en árabe, Allah significa Dios. Fanáticos religiosos han tratado de desprestigiar esta afirmación diciendo y publicando que Allah no es más que la unión del Dios persa Luna, con la Diosa persa Sol, ambos paganos, de una época tan antigua como lo fueron las invasiones persas a occidente, sin incluir a los Moros.
Y bueno, la verdad yo no estoy reclamando, ni metiendome con sus creencias, simplemente pido que se respete la forma de pensar de los demás, la diversidad es lo que hace a este mundo nuestro hogar. Aunque pensando un poco, me parece que es más bien un sitio de vacaciones, algunos las aprovechamos y la pasamos bien, otros no hacen gala de su inteligencia y se quedan como los conformistas que son.
Steve, Dios es Creador y Padre, tú como papá enviarías a tu hijo a un lugar de sufrimiento eterno?..... No, verdad? El infierno, como lo conocemos e imaginamos, es el infierno narrado por Dante en "La Divina Comedia", es el sitio de castigo y sufrimiento con que nos han lavado el cerebro desde que Constantino oficializó esta religión y cuyo propósito era y es el de mantener a los feligreses controlados con el miedo. Antes de él, se hablaba de las enseñanzas de Cristo como enseñanzas de paz y amor, al igual que las enseñanzas de Siddhartha, quien luego sería el primer Buddah (su filosifía se aprecia en el Dharma Panna y tiene muchísima similitud con la filosofía cristiana).
Me parece ridículo criticar la fe de otras personas, cuando para ellos esa es su verdad, como me parece ridículo que otras personas critiquen su creencia y estilo de vida; siempre y cuando se rija bajo los lineamientos del sentido común. Tampoco es la idea aplaudir a un fundamentalista islámico que cree que alcanzará la "Gloria de Allah" al explotar y matar a cuantos cristianos y judíos pueda. Se han hecho estupideces en el nombre de la religión, deberíamos (en vez de criticar las formas de alcanzar el camino de cada quien) aprender y evolucionar, en vez de formar una nueva cruzada sin razón.
Podemos ver la imagen de Dios como un cubo, cada lado tiene un color distinto y se colocan representantes de distintas religiones viendo un sólo lado del cubo. Cuando le pregunte qué color ve, cada quien responderá con el color de su lado, cada quien estará diciendo la verdad, pero no significa que el otro mienta.
Yo sí me documenté, desde hace muchísimo tiempo... Ahora es su turno.
Que tenga una excelente noche y gracias, siempre es agradable discutir este tipo de tópicos.

3.08.2009

LaSombra (Morte Penumbra)


Todos decían que no era normal lo que ocurría en esa casa, en la antigua mansión de la colina al Norte de aquí. En ella vivía un hombre extraño, el Marqués de Campelles, y nunca salía de su ostentosa, pero lúgubre vivienda; ni la servidumbre socializaba con el resto de los habitantes del pueblo, era como si carecieran de raciocinio, su mirada perdida hacía pensar que su alma había sido desplazada. Se comentaba que era una casa embrujada.


Únicamente y en contadas ocasiones al año el Gran Marqués recibía visitas, eran festivales y fiestas que las personas que no eran invitadas sólo podían imaginar, se regaba la voz de los grandes banquetes que ofrecía el Noble a sus selectos invitados, incluso algunos lugareños presumían de haber asistido a una que otra gala. Pero luego de pocos días, se volvía a la aburrida rutina, la lúgubre mansión en lo alto de la colina, el Marqués receloso que jamás salía, la fachada de la propiedad intimidante y gótica y las ventanas, con sus cortinas negras no dejaban curiosear el interior.


Ni siquiera los atrevidos adolescentes, siempre con sus bromas, su irreverencia y rebeldía se atrevían a curiosear. Pero había un joven que no era como todos los demás: sus padres habían muerto hacía algunos años y casi no tenía amigos. De hecho, los pocos amigos que tenía fueron los que le incitaros para que se aventurara al interior de la siempre obscura casa.


Pasaron las horas y Janus Craciun, el joven en cuestión, no volvía. Los amigos, asustados, no avisaron a nadie para que no les echaran las culpas de la desaparición de Janus. Nadie le echó en falta.


A los tres días, ya a la puesta del sol, se hallaba el grupo reunido en aquella vieja plaza donde el pueblo cobraba vida, comercios, bazares, sitios de comida, juglares y otros artitas callejeros animaban al público cuando una sombra empezó a cubrirlo todo, una sombra que impedía totalmente el paso de la luz: era más obscura que la mismísima Obscuridad, más negra que las cortinas de la mansión del tenebroso Marqués. La sombra era en un principio totalmente informe, pero de ella fueron saliendo poco a poco unos tentáculos de una obscuridad tan pura que era totalmente sólida. Al disiparse las tinieblas, comenzó a aparecer una silueta humanoide, poco a poco se iba aclarando. Era Janus, volvió de la mansión, pero ya no era él mismo; su rostro y sus ropas estaban cubiertas de sangre, sus ojos no reflejaban su inocencia, su alma ya no habitaba su persona; los cuerpos sin vida de algunas personas yacían a su alrededor.


La multitud huía despavorida para no ser alcanzado por los brazos de la sombra asesina, el caos se apoderó de la ciudad y pocos días después ya no quedaba nadie en las calles, las pocas almas que se atrevían a salir de noche, eran cazadas por la “Morte Penumbra”, incluso en la iglesia la gente era desangrada, sólo en el aislamiento de sus hogares, los habitantes de Campelles se sentían seguros, hasta que un día el temido asesino nocturno comenzó a entrar a los hogares. Ya nadie estaba a salvo, ya ningún lugar era seguro, ya la única salida era luchar o morir.


Durante el día, un largo y caluroso día de verano los ciudadanos organizaron una revuelta en el Palau Campelles, hogar del Gran Marqués, de quien se decía tenía un pacto con el mismísimo demonio y controlaba a aquel otrora inocente joven para asesinar a los indefensos de esa localidad. Una turba enardecida de campesinos, comerciantes, artistas y soldados armados con espadas, rastrillos, palos y antorchas irrumpió en la mansión del odiado y misterioso Marqués, mas cometieron el error de hacerlo al anochecer. Una penumbra, obscura cual abismo invadió la sala central, donde comenzaban a marchar los intrusos de la propiedad. Gritos, golpes y caídas resonaban en aquella majestuosa habitación del palacio, por primera vez vista por los plebeyos en siglos, el pánico invadió al ahora espantado grupo de vecinos y por sus vidas abandonaron la propiedad, sin mirar atrás, por miedo a ser alguno de ellos el próximo de la lista.


El más grande temor se hizo realidad, los rumores eran ciertos, el regente de ese sitio era un súbdito de la obscuridad. Y aquel joven solitario, su aprendiz.


El pueblo se deshabitó casi por completo hace más de ciento diez años desde que aparecieron los cadáveres de tres niñas con los huesos convertidos en polvo y las cabezas mirando en una dirección físicamente imposible en la fuente de la plaza. Los pocos sobrevivientes de aquella fallida incursión regaron la terrible historia, pero poco a poco se fue perdiendo el miedo, la historia comenzó a carecer de credibilidad.


Ahora Campelles es de nuevo una ciudad vibrante y llena de vida, donde las memorias de esa fatídica noche no son más que una leyenda urbana, un cuento supersticioso de monstruos de fantasía, pero la mansión continúa de pie, tan imponente e intimidante como siempre y permanece cerrada a las visitas. Únicamente abre sus puertas a sus misteriosos y envidiados festines y la gente del pueblo sigue presumiendo haber asistido a por lo menos alguna de las reservadas celebraciones, sin si quiera imaginarse lo que ocurre detrás de esas pesadas puertas, detrás de las negras cortinas……

2.11.2009

“Eres especial, como todos los demás”.

¿A caso intentan de decirte que eres tan especial como el rebaño de adaptados, conformistas que te rodean? Eres víctima de tu entorno, tus genes, tu status social y tu educación; te han moldeado a quien eres hoy. Quizás no existe algo que puedas hacer al respecto, pero quizás sí. Puede que lo que hayas pensado y/o hecho ya lo haya hecho alguien antes, como puede que seas pionero en el asunto…

¿Tienen idea de cuántas historias he leído y escuchado de “Eres especial porque eres único en el mundo” o “No eres especial, acéptalo, resígnate”? ¡¡¡Demasiadas!!! Sólo para llegar a la conclusión de que sí hay un puñado de personas especiales, aquellas que nos atrevemos a hacer lo que pensamos, aquellas que con nuestros pensamientos moldeamos nuestro entorno, quienes no tenemos miedo de experimentar…. ¡¡¡Ya va, ya va, ya me estoy pareciendo a Eddie Bauer y su comercial de Ford Explorer!!!

Quizás la oración “eres normal” no te guste, pero ¿qué has hecho para cambiarlo? ¿Qué te diferencia del resto de las personas? ¿Has inventado algo? ¿Escrito un libro? ¿Contribuido con tu entorno? Si no estás dispuesto a hacer algo que te haga sobresalir, entonces ¡¡¡no te quejes!!!

Entonces te encuentras con el dilema, ¿eres un pez más del cardumen que se mueve al unísono con su grupo, sin chistar, ni sobresalir o eres el arquitecto de tu propio destino, que está en camino de cambiar su entorno y sobresalir entre los demás? Siempre seguirás siendo parte de una sociedad, lo quieras o no, incluso los ermitaños son parte de una sociedad, el humano es un animal social… Mientras más sobresales, más criticado eres, te acusan e inventan rumores y si resbalas una sola vez te fusilan con comentarios que carecen de sentido y objetividad, indolentes y egoístas, que no son más que un intento fastidioso del habitante común para sentirse menos superado. Se juntan y cual mosquitos en una noche calurosa te pican hasta que desistes o te hagas inmune.

Entonces es tu decisión, ¿te refugiarás en la comodidad de la comunidad corriente y monótona o te arriesgarás a ser el blanco de las críticas de los envidiosos, sin vida propia? Quizás no lo eres, pero ¡¡¡sí puedes ser especial, no como los demás!!!